lunes, 18 de junio de 2012

El precio de la Salud

Si algo es realmente falso, es que recortar en gasto sanitario representa un ahorro. Falso, siempre que no se den circunstancias adicionales que pocas veces son tenidas en cuenta. Mirar a Estados Unidos nos puede aportar algo de luz.
En 1973, se promulgó la Ley que daba comienzo al llamado "managed care" o cuidado gestionado. Estas técnicas, que en teoría conseguirían mejorar la calidad, a menor coste, han fracasado. Incentivos financieros a los médicos para mejorar su eficiencia o restricciones en la utilización de medicamentos a listas acotadas, sólo representan un aplazamiento del gasto hacia situaciones futuras, aún más costosas; dado que muchos de los enfermos acaban más tarde siendo victimas de complicaciones más invalidantes o mortales. Y ello, sin olvidar a otra de las grandes trampas americanas: las ineficiencias sociales vinculadas a alguna persona desprotegida, contagiando tuberculosis a la puerta de una escuela. La resultante es que sus indicadores globales de Salud, están al nivel de muchos países en desarrollo. Desde hace algunos años, los más brillantes pensadores de Harvard trabajan sobre la paradoja americana: Mayor gasto, menor salud. Entonces, ¿se puede tener mejor salud gastando menos? Si y No.

Veamos. Como dice Porter, en cualquier ámbito, mejorar el desempeño y la rendición de cuentas depende de tener un objetivo común que una los intereses y actividades de todas las partes interesadas. En la atención sanitaria, sin embargo, los actores tienen objetivos múltiples, a menudo en conflicto. El gerente de un hospital está satisfecho de tener muy buen servicio de cirugía al tratar el cáncer de mama… pero si el nódulo no fue detectado a tiempo, el resultado final para la salud de la mujer es nefasto; igual, si se detectó a tiempo en primaria, pero las lista de espera retrasa la intervención.

La reducción de costes, sin tener en cuenta los resultados individuales obtenidos, es peligroso y contraproducente, dando lugar a falsos "ahorros" que limitan potencialmente, la asistencia efectiva. Es decir, gastamos mucho en prestaciones sanitarias, en servicios… no en salud. El valor real de la salud individual generada, resulta de dividir los resultados concretos, entre los costes totales para el ciclo completo de atención. En la mayoría de los sistemas sanitarios la preocupación de los gobernantes se centra antes en hacer muchas cosas, que en conseguir resultados individuales adecuados; sin olvidar la yatrogenia. A veces, habrá que gastar más en una etapa, para ahorrar en la siguiente. Sólo ligando los costes a resultados individuales se podría hacer sostenible el sistema. Si se restringen gastos, sin incorporar racionalidad integral, se generará un efecto boomerang catastrófico; aunque ya sabemos el apego de nuestros políticos al cortoplacismo.

Julio Lorca es presidente de la Fundación para la eSalud-Fesalud.

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